✨ Roma, Toscana y más: el viaje que lo cambió todo

¿Y si te dijera que un viaje puede transformarlo todo? Que hay lugares donde el tiempo se detiene, donde el vino sabe a historia y el amor por la vida se respira en cada esquina. Así fue nuestra travesía por Italia. En este primer episodio, Mónica y yo nos lanzamos a la carretera, al encuentro de esa Italia que no siempre sale en las guías… pero que se queda grabada para siempre.


🌱 Introducción: Italia nos estaba esperando

No fue un viaje planeado al milímetro, pero sí con el corazón. Queríamos reconectar con la belleza simple de viajar, compartir tiempo sin prisas, comer bien, mirar mucho y hablar poco. Desde los mapas improvisados hasta los cafés frente a callejones escondidos, Italia nos recibió con los brazos abiertos… y con una copa de vino.


📍 Nuestra Ruta: de Roma a la Toscana (y más allá)

Comenzamos por la siempre eterna Roma, y aunque sus monumentos ya nos eran conocidos, fue la energía callejera lo que nos atrapó esta vez.
Después, escapamos al verde ondulado de la Toscana, donde los viñedos bailan con el viento y las piedras de los pueblos guardan secretos de siglos.
Y como verás en el vídeo, no todo salió como esperábamos… y eso fue lo mejor.


🎥 Mira el vídeo completo aquí:

📺 Nuestro viaje por Italia con Mónica
🔗 https://www.youtube.com/watch?v=rzgAWqvJz9Y


🍷 Momentos que nos llevamos puestos

  • Trastevere al atardecer: la ciudad dorada, llena de vida
  • Una comida en Pienza que nos hizo llorar (de felicidad, claro)
  • Un error de GPS que nos llevó a un viñedo mágico donde no había turistas, solo grillos y uvas dulces
  • Conversaciones sin prisa mirando al horizonte

🧭 Consejos que aprendimos en el camino

  • 🛏️ Dormir en agriturismos (casas rurales) es lo más auténtico que puedes hacer.
  • 🚗 En pueblos pequeños, el coche es libertad, pero prepárate para calles estrechas y encantadoras.
  • 📸 La mejor foto es la que no haces. A veces, simplemente… vive el momento.

🧠 Reflexiones: cuando viajar se convierte en medicina

Volver a lo simple. Caminar sin mirar el reloj. Comer sin mirar el móvil. Dormir con los sonidos de la naturaleza. Este viaje fue un recordatorio de lo que realmente importa. Y compartirlo con Mónica lo hizo aún más especial.

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